Álvaro Carrera
AS.com
Manny Pacquiao regresó a
Las Vegas con un único objetivo: postularse para una revancha contra Floyd
Mayweather. Todos los pasos que ha dado en los últimos meses llevan a ese fin.
El último fue elegir a Adrien Broner como rival para defender el WBA Regular
(interinato de ese organismo) del peso welter. "Tienen un estilo muy
similar", avisaba el filipino en la previa. Ya en la pelea, PacMan aplastó
a Broner. Le ganó por decisión unánime (117-111, 116-112 y 116-111) y dejó un
mensaje claro, puede dar la cara contra un púgil mas evasivo todavía.
Mayweather fue al pabellón y le saludó ante de comenzar la pelea, después
Pacquiao le mandó el órdago. "Decidle que vuelva, yo estoy dispuesto a
pelear", apuntó sin titubeos. La pelota se queda en el tejado de Money.
Antes de esas frases,
Pacquiao desarmó por completo a Adrien Broner, que hizo una versión actual de
la película 'Toma el dinero y corre'. Broner cobró 2,5 millones de dólares
(Pacquiao, 20) y entró al ring con la intención de agotar los asaltos más que
ganar. Sabía que iba por detrás en la parte final, pero no se esmeró en
intentar el KO. Le valía con salir en pie. Pacquiao lo bordó y él... pudo hacer
más. Al filipino le costó dos asaltos leer la defensa que había armado Broner,
pero fuera de ahí no tenía otro plan. El aspirante utilizaba su envergadura
para intentar alejar al campeón y si eso no le llegaba le agarraba. Pacquiao
debía amargar, esperar sus manos, esquivarlas y golpear. Eso hizo.
La sensación de paliza no
fue mayor porque la evasión de Broner impedía a Pacquiao conectar más de dos
manos consecutivas, pero aun así lo hizo en el séptimo y en el noveno asalto,
cuando Broner lo pasó realmente mal. En ambas ocasiones se quedó demasiado
estático, PacMan le acorraló contra las cuerdas y empezó a soltar manos a una
velocidad endiablada. Fuera de esos dos momentos, el trabajo del filipino fue
de pico y pala. Varió los planos de golpeo, logrando restarle muchas piernas, y
también llegó bien al rostro, pero con 40 años Pacquiao no tiene la misma
pegada que antes, y aunque así lo intentaron vender desde su entorno con el KO
a Matthysse se notó.
Pese a ello, todas las
cualidades que no tiene cómo hace diez años las sabe suplir con experiencia.
Pacquiao nunca se precipitó, ni cuando Broner le agarraba por sistema o le
empujaba. Sabía que tenía que talar el árbol para recoger los frutos. Y así lo
hizo. Pese a esa tranquilidad, tuvo que arriesgar y se tragó contragolpes, era
normal, el plan no podía ser perfecto al 100%, pero sí fue suficiente para
lucir y mandar un mensaje al mundo y en especial a Mayweather: Manny Pacquiao
está preparado para lo que sea y desde 2015 tiene una cuenta pendiente con
Mayweather. La quiere resolver.
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