JESÚS MÍNGUEZ
AS.com
Con Floyd Mayweather no caben las sorpresas. Ya se encarga
él de reventarlas. El combate del siglo, el cóctel comercial o el circo, como
se quiera llamar según quien lo califique (de las tres cosas hubo), acabó en
Las Vegas con Conor McGregor noqueado en el décimo asalto. Sin lugar a las
dudas. El juez, Robert Byrd, tuvo que parar el combate: KOT. Se cerraba un
pleito con la sensación de alivio. El espectáculo deportivo no fue una
pantomima pese a las evidentes diferencias de nivel. El debutante, en una
competición dispareja, se mostró digno. "¡Demonios, eres un un buen
luchador!", le soltó Floyd en un abrazo final que cerró dos años de
bombazos verbales.
El estadounidense no es un tipo querido, ni le gustaría
serlo porque le va ejercer el papel de malo, pero su boxeo emerge por encima de
eso. Y ante el supercampeón de la UFC, un personaje también excesivo y sin
miedo, dejó que Conor McGregor se creciera en los tres primeros asaltos. Se los
regaló. Un maquiavélico ejercicio de cálculo de un púgil con 40 años que venía
de un retiro de 714 días. A partir del cuarto asalto comenzó a carburar el
diablo de Grand Rapids hasta acabar exhibiéndose. Tampoco las habilidades de
McGregor le exigieron grandes alardes. Pudo golpear frontal sin temor.
Antes, por el Strip, la calle que hace de corazón de Las
Vegas, el pulso latía acelerado por los miles de irlandeses que acudieron a
apoyar a su ídolo nacional. Las pulsaciones estaban disparadas, las apuestas,
en las que era amplio favorito Mayweather, comenzaron a tomar más brío por el
luchador después de su exceso de testoterona y de su tono amenazante y tribal
en el pesaje. Los tres primeros rounds abrieron una puerta. Pero Mayweather
pegó un portazo. Ni los abucheos ni el exfontanero de Crumlin iban a estropear
su fiesta.
Pretty Boy comenzó a conectar a McGregor, que se defendió
con la diestra por delante para mantener alejado a la leyenda, muy al estilo
UFC. También se le fueron muchas manos a la nuca y, cuando se vio superado, se
dedicó a agarrar a Money. El juez, Robert Byrd, debió restarle algún punto.
Pero fue permisivo. El final estaba escrito.
Mayweather se fue inflamando, sacó a pasear su derecha, no
le hizo falta su cintura prodigiosa ante el cansado luchador, que no le puso en
aprietos. Como y cuando quiso, frenó a McGregor. En el noveno round pudo cerrar
el pleito pero, frío, prefirió alargarlo. Una catarata de golpes acabó con el
irlandés, que aguantó más de lo esperado. Floyd se va con 100 millones de
dólares garantizados y un récord de 50-0 que supera el de imbatibilidad del
mito Rocky Marciano. El luchador de MMA, con 30. Sumarán muchos más cuando se
cierren las cuentas. La maltrecha reputación del boxeo sigue a flote. No perdió
Floyd, pero tampoco ganó más gloria.
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