JESÚS MÍNGUEZ
AS.com
El deporte más cinematográfico, el boxeo, asalta este
viernes las pantallas españolas con Creed. La séptima entrega de una saga que
arrancó en 1976 al son del Eye of the tiger y Silvester Stallone encarnando al
inolvidable, tan denostado como reverenciado, Robert Rocky Balboa. Una película
que cierra el círculo con el actor neoyorquino de 70 años convertido en
entrenador de Adonis (interpretado por Michael B. Jordan), hijo del mítico
Apollo Creed, quien fuera rival de Rocky en la primera cinta y que moriría en
Rocky IV tras un combate con Ivan Drago (Dolph Lundgren).
Stallone no quiere considerar Creed como otro capítulo de
Rocky, porque no se pone los guantes para boxear, pero el imponente sello del
personaje, por el que el actor ha llegado a ingresar en el Salón de la Fama del boxeo, vertebra la
historia.
“Todo el mundo me
decía que era una idea horrible; que qué estaba haciendo nueve años después de
la última (Rocky Balboa), porque pensaban que iba a estar en el ring”, contó
Stallone en la presentación.
Por primera vez no firma el guión, pero la idea ha resultado
ser un éxito. En 1976, con un presupuesto de 600.000 euros, recibió tres Oscar
(mejor película, director y montaje) y Stallone fue nominado a mejor actor.
Ahora, 39 años después, opta al Oscar al mejor actor de reparto, y llega con el
aval de haber conseguido recientemente un indiscutido Globo de Oro.
Para dar realismo a unas buenas escenas de boxeo, el campeón
de Europa del peso crucero, el inglés Tony Bellew, da vida a Ricky Pretty
Conlan, que tendrá que medirse a Adonis, aconsejado por el viejo excampeón.
Creed resucita al mejor Rocky, aunque esta vez no se calce los guantes.
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