martes, 12 de marzo de 2013

IVÁN POZO SE RETIRA DEL BOXEO

 
DIARIO ATLÁNTICO
JAVIER D. CAMPA

La pelea que perdió el pasado sábado en el Palacio de Vistalegre de Madrid ante el catalán Xavi Urpí se ha convertido en la última de Iván Pozo, que una hora más tarde anunciaba a este periódico su intención de abandonar el boxeo después de catorce años como profesional. Cuatro títulos de campeón de Europa del peso gallo adornan el palmarés del púgil vigués, de 33 años, que en 43 combates sumó 33 victorias (20 por KO), nueve derrotas (7 por KO) y un nulo.

¿Cómo se encuentra, dos días después de anunciar su
despedida del boxeo?
Bien. La verdad es que en ese último combate me perjudicó la lesión que tuve hace unos años, que me llegó a sangrar el cerebro. Desde entonces, tanto los árbitros como los médicos están muy pendientes de mí por lo que signifiqué para el boxeo y parece que tienen miedo a que me pase algo. Yo lo agradezco, pero en estos combates me gustaría que me hubiesen dado más chance para poder pelear y no parar el combate por un simple golpe. Porque caí al suelo pero me levanté y estaba perfectamente para seguir peleando. Pero bueno, dejo el boxeo entero y con salud.

El sábado comentó que ya no entrenaba con la misma ilusión ¿cuándo empezó a notar que se acercaba el final de su carrera?
Yo siempre he tenido ganas de boxear. Iba a entrenar porque quería pelear y ganar. La ilusión es para los niños. Lo que pasa es que los deportistas vivimos de los resultados. Y yo iba a entrenar y notaba que el cuerpo no respondía igual. Me faltaban los reflejos, la intensidad, una serie de puntos físicos que hacían que mi actitud no fuese la idónea. Me faltaba esa chispa que antes me permitía vaciarme en los entrenamientos.

Después de catorce años como profesional, ¿qué momento considera el mejor de su carrera?
Sin lugar a dudas, el combate con Brahim Asloum (abril de 2004, su primera pelea por el título europeo), que era campeón del mundo, olímpico y de Europa y que ganaba cerca de un millón de euros por combate. Llegamos a París y le dimos una lección, que estuvo una hora metido en el vestuario después del combate. Yo estaba quinto en el ránking europeo y después de ese combate me pusieron de número uno. Aquella pelea la ganamos, pero no nos la dieron por el peso que tenía aquel púgil y el nivel económico de sus promotores. Paco Amoedo y yo acabamos llorando, pero vimos que podíamos hacer cosas grandes.

¿Y el peor combate?
En Italia, en 2006, ante Andrea Sarritzu. Fue un combate muy duro. Ya le había ganado bien aquí en Vigo, pero aquel día estaba mal físicamente y me produje una lesión muy importante. Es el combate más triste que recuerdo.
¿Quién ha sido su rival más duro?
Ha habido muchos. El más habilidoso, sin lugar a dudas (el mexicano) Omar Narváez. Era un boxeador que pegaba y no dejaba que le tocases, era como pelear con una sombra. No le gustaba el tú a tú y no logré que entrara en mi juego.
¿El combate contra Narváez en Vigo por el título mundial marcó su carrera de alguna manera?
Sí. Tuvo mucha trascendencia y me sentí ahogado por tanta prensa. Hubo periodistas que después me pidieron perdón por el acoso al que me habían sometido. Me llamaban continuamente, desayunaba con el teléfono, me pasaba el día dando entrevistas… Fue una cosa de locos y no puede ser. En el boxeo hay que estar tranquilo los días antes del combate y llevarlo de la manera más profesional. No puedes estar atendiendo a cincuenta mil medios, que me llamaban de emisoras que yo creo que ni existían. Eso me afectó mucho. Llegué al combate sin ganas de pelear, asqueado. No podía ser que saliese a entrenar y tuviese que estar dando explicaciones de cómo fue el día.

Paco Amoedo ha sido siempre su entrenador, ¿cómo ha contribuido a sus éxitos?
Yo tuve la desgracia de que mis abuelos murieron muy pronto y no pude disfrutar de ellos, entonces Amoedo ha sido para mí como un abuelo y un amigo. Puedo hablarle de cosas que no le cuento a casi nadie porque son muy privadas y él las entiende. Me ha transmitido esa ambición por el éxito, la ilusión y la energía que tiene. Amoedo se ha comportado siempre con una dignidad y una profesionalidad enormes. Además, es una persona en la que puedes confiar y nunca te va a hacer daño. Al revés, siempre va a luchar por ti. Gente como él dignifica este deporte. También hay otros que me han ayudado en mi carrera, como Indalecio y Saúl, de la empresa Darling.

El boxeo le ha dado mucho pero, ¿se arrepiente de algo?Quizás de algunos combates en la última etapa, que no daba el cien por cien y perdí por falta de ambición. Por eso el mensaje que envío a la gente es que hay que luchar, sacrificarse y nunca rendirse.

¿Hacia dónde le gustaría encaminar su futuro profesional?Todavía no lo sé. Puedo entrar en una empresa o en una institución, pero lo que puedo garantizar es que donde trabaje, va a seguir siendo una preparación para un combate. Seguiré defendiendo el lugar en el que esté con uñas y dientes.

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