Carta a Mi extravagante Cassius Clay:
La verdad es que yo no sé aún si eres un gran campeón o un gran payaso, pero no puedo menos que admirarte, pues sea en una cosa o en otra, te sales de lo corriente. Me pongo a escribirte esta carta con los ojos aún llenos de las imágenes que ha transmitido a Europa este satélite llamado «Pájaro del Alba», que es el pregonero mundial de tu fama,
con el que no pudieron soñar ni un Dempsey o un Joe Louis.
Dicen que el boxeo se está muriendo y quizá tengan razón. Es indudable que con unos cuantos «combates» que ofrezcan las facetas que este campeonato mundial, que dura un minuto escaso y se resuelve en el primer golpe, no muy fuerte al parecer, aunque quizá fuera muy preciso, y ésta es la única duda a favor de su legalidad, el prestigio que aún goza el llamado «noble arte» caerá noqueado. Pero si el boxeo declina, la televisión a escala mundial, o sea la «mundovisión», está en su cenit.
La televisión, a escala mundial, es un vehículo formidable para un renacimiento del pugilismo. Por ello es una verdadera lástima que sea mal aprovechado, querido Cassius. Yo creo en el fondo, que bajo tu capa de gran payaso, o de gran charlatán, como quieras, hay realmente un gran campeón. Tú ganaste en tus tiempos de «amateur» la medalla de oro de los Juegos Olimpicos de Roma en los semipesados, y éste es todo un antecedente. En el minuto escaso que has estado sobre el «ring» de Lewistone, los
buenos catadores del boxeo han podido apreciar, en primer lugar, una musculatura perfecta, un cuerpo que responde plenamente a los cánones griegos, suave y esbelta. Te mueves, además, con gran soltura y estilo, apoyado en un juego de piernas magnífico, y que sorprende en un peso fuerte. Golpe pegaste sólo uno, y aun fue una contra. Pareció muy preciso. ¿Pero era capaz para noquear a un Sonny Liston aún fresco? Mi opinión personal es que este puñetazo que llegó bien, fue la ocasión ideal para el «viejo oso», para tumbarse sobre el enorme fajo de billetes de dólar que le han correspondido... sin
sufrir el castigo que sin duda podías propinarle. No creo esta vez en el «tongo» prefabricado, sino simplemente en la falta de honradez profesional de un viejo púgil que se fue por el sendero fácil.
Combates así ha habido varios, aunque ahora parezca tan insólito. Nosotros recordamos un campeonato mundial en nuestra ciudad, Barcelona, en el que Freddie Miller noqueó a nuestro ídolo Gironés en menos de un minuto, causando ello la natural decepción y dudas. Lo que sucede en vuestro caso, querido Cassius, es que el «ambiente» y los «tipos» que rodean vuestras peleas dan mucho que sospechar, como si toda el «pedigree» del buen «gangsterismo» americano rodeara las cuerdas del «ring». Uno ayer, ante la pantalla, al ver las caras de la “cohorte” que os acompañaba, esperaba ver aparecer en un ángulo de la escena al legendario Elliot Ness, al acecho de sus facinerosos. Y que nos perdonen los miles de personas honestas (y sin duda desencantadas) que se encontraban en el Centro Juvenil del Maine y que pagaron una media de seis mil pesetas por un minuto de mal espectáculo. Mohamed Ali, o Cassius Clay, como quieras llamarte. Yo creo que tienes las condiciones atléticas de un gran campeón de boxeo. Pero para probarlo será necesario que surja realmente un gran adversario que no se te «tumbe», que te plante cara, y te obligue a demostrar que además de un gran histrión, eres todo un pugilista. Si este hombre no surge, entonces mejor será dedicar al «Pájaro del Alba» o satélites que le reemplacen, a otras tareas más importantes.
Tuyo affmo.
CARLOS PARDO.
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