jueves, 14 de enero de 2010

‘La vida da más duro que Cassius Clay’


José M. Baselga. Diari de Tarragona

No había futuro en un Uruguay bajo el mando del dictador José María Bordaberry. Así que desde los 6 años ya había repartido leche y sido panadero, albañil y trabajado en el mercado. Pero no había más allá. «Había necesidad y mucha hambre. Entraron los militares y había que buscarse la vida», explica Alfredo Evangelista. «Quedaba el fútbol o el boxeo. Y yo no juego bien al fútbol».
Así que en 1971 y con 14 años pero con un cuerpo bien formado y con casi dos metros de altura, Alfredo entró por primera vez en un gimnasio. Iba a abrirse camino a golpes. Llegó a ser campeón europeo de pesos pesados por primera vez en 1977 pero en la retina de muchos queda aquel combate contra Cassius Clay (Muhammad Alí), en el mismo año, contra el que perdió por puntos pero a quien Evangelista aguantó de pie 15asaltos.
Pero la vida golpea más duro que el propio Cassius Clay. El campeón, el Lince de Montevideo, el Tupamaro, o el Rocky español, como se le conocía, atiende hoy como relaciones públicas en el restaurante Cal Pep de Calafell. «Llegué a ganar mucho dinero y tuve mucha fama», reconoce, pero quien se acercó a Evangelista no era para ayudarlo. «Muchos se hicieron ricos a mi lado. No te das cuenta de que están para aprovecharse». Aunque era él quien ponía la cara.
No lo ha tenido fácil. Ha pasado dos veces por prisión acusado de tráfico de drogas y ha vuelto a levantarse, como cuando le tumbaban sobre el cuadrilátero pero se volvía a poner en pie. «Yo era muy técnico. Para ser un peso pesado me movía muy rápido y no recibí muchos golpes», recuerda acariciando unos gastados guantes que atesora junto al cinturón de campeón de Europa que consiguió en ocho ocasiones.
«¿Y qué quieres que haga? La vida viene como viene y hay que seguir. En 1980 gané cien millones de pesetas, pero cuando tienes esa cantidad y eres joven te crees que siempre va a ser igual. Y tal como vienen se van porque siempre tienes gente al lado que no te quiere bien. La vida cambia mucho y rápido». Así que se ha instalado con su primo en Calafell y da la bienvenida en el restaurante.
Son muchos los que se le quedan mirando. Y cuando preguntan, Evangelista se siente otra vez campeón y explica cómo tumbó a Urtain después de que el campeón español quisiese un combate con aquel joven que acababa de llegar de Uruguay y dejado KO a sus rivales en sus ocho primeras peleas. Y Evangelista también tumbó a Urtain.
Casi como en la historia de Rocky Balboa, a quien Evangelista conoció en 1977, cuando se desplazó para pelear siendo ya un mito y el propio Silvester Stallone, que comenzaba el rodaje de la mítica película, quiso conocerlo en persona.
Se le resistió a Evangelista el título mundial. Dejó el boxeo hace 23 años. «La gente se olvida muy rápido de quien antes han admirado. No te das ni cuenta y entonces te rechazan». Por eso dice que lo mejor del combate que pelea a diario «es que estoy contento porque puedo contarlo».

No hay comentarios: