domingo, 29 de marzo de 2009

Niños boxeadores se forman a golpe limpio


Cuenca. www.eltiempo.com.

Un ligero calentamiento de cinco minutos y unas cuantas instrucciones de su entrenador, fueron suficientes para que Anthony Prado, de 11 años de edad, se calce los guantes y suba a un cuadrilátero para afrontar la primera pelea de su vida.
Los jóvenes boxeadores no tienen mucha técnica pero les sobra ganas sobre el cuadrilátero. El nerviosismo es evidente en su mirada y movimientos. Gira su cabeza de lado a lado, el entrenador coloca las vendas en sus manos. Mientras tanto sus amigos no dejan de alentarlo. “Pégale duro, sin miedo, voz eres más fuerte”, no se cansan de repetirle al oído, mientras el sudor empieza a empapar su rostro, aparentemente por el calentamiento o tal vez por los nervios.
Unos metros más allá, en el reducido gimnasio Fernando López Gómez, Diego Tenesaca, de la misma edad, cumple una jornada similar.
Luego de colocarse el equipo, practica unos golpes con su entrenador, que le exige mayor rapidez en sus movimientos y concentración. En tanto no deja de empujarlo con sus manoplas.
El voceador anuncia sus nombres y los muchachos se alistan para ingresar al cuadrilátero ante la mirada de amigos y familiares. El pequeño Diego se santigua con la mirada al cielo, mientras Anthony golpea sus guantes reiteradamente como buscando llenarse de valor.
La pelea
El juez revisa el cabezal de los pugilistas, los guantes están bien colocados. Les repite que se trata de un deporte con reglas y que la rivalidad termina una vez que bajan del cuadrilátero, chocan sus guantes y esperan ansiosos el golpe de la campana.
Con más ganas que técnica, los pequeños empiezan a lanzar golpes, su ingenuidad es evidente. Al escuchar la voz de su entrenador con las indicaciones voltean y descuidan la guardia, dando ventaja a su oponente.
En el box profesional el primer asalto es de estudio, en este caso fue una suerte de evitar golpes e intentar lanzar uno pero sin mayor fortuna. Concluyen los dos minutos que dura el asalto y se retiran a su esquina.
Sin un banco para descansar, un amigo les acerca una botella plástica con agua. Una toalla vieja es agitada fuertemente frente a los pugilistas en un intento por refrescarles, todo mientras la frase “pégale duro, sin miedo, voz eres más fuerte” se repite constantemente para motivarlos.
Para el segundo asalto la situación no ha variado, las ganas se imponen a la técnica, los golpes son más frecuentes y los muchachos gastan todas sus energías, ahora ya no escuchan a sus entrenadores, lo importante es golpear a su rival a como de lugar.
Concluido el segundo asalto el cansancio es evidente, los brazos no tienen la misma movilidad y pareciera que los guantes pesaran mucho más que al inicio, los pequeños púgiles han propinado y recibido uno que otro golpe, pero confían en que durante el último asalto las cosas mejorarán.
Un ligero cruce de golpes al inicio del tercer asalto, luego los boxeadores se cansaron y caminaron por el cuadrilátero evitando el enfrentamiento.
Más ganas que preparación
Concluida la pelea, Anthony, oriundo de Santa Isabel, es felicitado por su entrenador y muy emocionado pregunta a sus amigos cómo le fue.
“Fue mi primera pelea y no sabía cómo actuar pero cuando recibí el primer puñetazo me armé de valor y salí a buscar a mi rival, creo que di unos buenos golpes”, comentó mientras sus amigos lo alentaban.
Sobre su preparación, Anthony confesó que no fue buena. Apenas entrenó tres días antes del combate, y por los nervios prácticamente olvidó todas las indicaciones de su entrenador.
Para su rival Diego, la situación fue diferente, lleva tres meses entrenando y sus bases son más fuertes, pero asegura que aún no pierde los nervios cuando está por empezar la pelea. “Creo que es normal estar nervioso, así me dice mi entrenador, pero luego de unos golpes ya estoy tranquilo y me concentro en la pelea”, aseguró.
“He tenido varias peleas de entrenamiento esta es mi primera competencia con público, me sentí un poco incómodo pero luego me paso y peleé como en una práctica con mis compañeros”, agregó Diego.
Su ídolo es Rocky Balboa
Nombres como Oscar de la Hoya, Mike Tyson, o Mohamed Alí, son desconocidos para los jóvenes púgiles. Ambos coincidieron al señalar que su referente en el boxeo es Rocky Balboa, el personaje de cine interpretado por el actor Silvestre Stallone.
Con mucha inocencia indicaron que cuando sean grandes les gustaría pelear como Rocky. “Es un gran boxeador, siempre gana a sus rivales, además es muy fuerte tienen que golpearlo bastante para que se caiga, y luego se levanta y gana”, comenta Anthony.
Ellos saben que Rocky es una película, y prácticamente desconocen el nombre de algunos de los campeones mundiales de box. Diego sabe que en Cuba se forman buenos peleadores pero desconoce sus nombres.
“El boxeo es un deporte muy duro, si queremos triunfar debemos entrenar mucho, sin descuidar los estudios como nos dicen los entrenadores, ya que el boxeo también se aprende leyendo libros”, señaló Diego.

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