jueves, 19 de febrero de 2009

ROCKY GRAZIANO, "MARCADO POR EL ODIO"


MIGUEL VIDAL ARCHIVO DIARIO AS.

¿Qué aficionado del boxeo no ha sentido alguna vez pasión o tristeza por Rocky Graziano? Un libro sobre su vida, "Marcado por el odio", del que posteriormente saldría un filme de impacto con el mismo nombre, protagonizado por Paul Newman, dio la vuelta al mundo. Le acercó a la comprensión o a la repulsa de cada amante del duro oficio de boxeador. Porque Rocky Graziano ha sido protagonista destacado en la época dorada del boxeo por sus éxitos en el ring y por sus desventuras en la calle.

Marcado por el odio..., ¿por qué?
Rocky Graziano, venido al mundo como Rocco Barbella, toma asiento a mi lado. Vestido de azul, tocado con una gorrita del mismo color y puro en la boca. En su cara,
huellas de años, de golpes y de pasiones. Estamos en el bar Friar Tuck Inn, en la Tercera Avenida de Nueva York, que es su campo de operaciones. Allí recibe sus visitas. Su forma de hablar, atropellada y acompañándose de ampulosos gestos, es un reflejo de su carácter decidido y abierto. De una vida cincelada de reveses y triunfos. De luces y de sombras.

--Tuve una juventud muy mala. Nací aquí, en Nueva York, el 1 de enero de 1922. Mi padre, Nick Barbella, vino de Italia a labrarse una fortuna y lo único que logró fueron unas borracheras impresionantes. Probó ser boxeador con el nombre de "Fighting" Nick Bob y acabó de estibador en el muelle del East Side.
--Mal comenzaba la vida, efectivamente...

--Mi padre tenía una diversión: ver como mi hermano mayor se liaba a golpes conmigo. Esto marcó mi futuro: odiaba el tener que pegar, pero, por otra parte, tenía que defenderme. Después estuve en un correccional, deserté del Ejército por pegar a un capitán y me metieron en la cárcel. En fin, muchacho, una vida equicovada.

--Que supo rectificar a tiempo, ¿no?
--El boxeo me regeneró. En serio, en serio comencé a hacer guantes en la cárcel militar de Leovenworth, en Kansas. Formaba parte del equipo de boxeo del penal y cuando hube tumbado a todos mis compañeros comenzaron a traerme gente de fuera, que también tumbaba, hasta que mi fama trascendió. No es que me gustara el boxeo, pero como no tenía estudios ni nada vi la posibilidad de que aquello fuera como una carrera para mí. Y así sería: gracias al noble arte del boxeo gané dinero, popularidad y amigos.

--Antes de formar parte del equipo de boxeo de la cárcel de Leovenworth usted ya había subido a los cuadriláteros con el nombre de Robert Barber, ¿no es así?.
--Sí, tuve que cambiar de nombre porque si en los carteles hubiera aparecido como Rocco Barbella, no habría habido pelea: la policía me estaba buscando. Así y todo, a pesar de usar un nombre falso, en estos tiempos siempre tenía policias que me esperaban a pie de ring a que acabara el combate. Pero antes de todo esto, la primera vez que me calcé los guantes de crin fue con el nombre de Joe Giuliano.

--Luego, ya regenerado socialmente y convertido en profesional de prestigio, siguió sin llamarse Barbella. Se puso Graziano... ¿Por qué?
--Esta es una historia curiosa. Se remonta a mis tiempos del hampa, en que para comer necesitaba ganar dinero como fuera. Entonces se me ocurrió la idea de expender licencias falsas de boxeador entre los jovenes de la colonia italiana de Nueva York. Cada vez que daba una licencia me decían: "¡Grazie, grazie tante, grazie mile, signore Rocco!", mientras hacían una inclinación de cabeza en señal de agradecimiento. Me gustaba esto de "grazie", me sonaba bien. Y como di muchas licencias, a la hora de elegir formalmente apellido boxístico para mí me puse el de "Graziano". Cómodo, ¿verdad?..
El 11 de junio de 1943, finalizada la tormentosa "mili", Rocky Graziano debutó oficialmente en Nueva York, derrotando por k.o. en el primer asalto a Gilbert Vasquez, un portorriqueño tenido por duro en el Bronx. Rocky Graziano, con veintiún años, comenzaba a labrarse el porvenir en un deporte como el boxeo que paradógicamente no le gustaba lo suficiente como para aceptar los sacrificios que impone.

--¿Cuántos combates en total, Rocky?
--Contando los de la cárcel, ciento veintiuno. Como profesional, ochenta y tres, de los que sólo perdí diez. Mis combates más duros fueron en la disputa del campeonato del mundo. Mi primera disputa para el titulo fue con Tony Zale. Me ganó por k.o. en el sexto asalto. Al año siguiente, en Chicago, hicimos la revancha y le gané yo. En el siguiente año, el 10 de junio de 1948 concretamente, en Newark (New Jersey), el mismo Zale me arrebató el titulo y se inició mi declive. Al final de mi carrera, en 1952, hice una nueva tentativa de recuperar el titulo de campeón del mundo ante Ray "Sugar" Robinson: me ganó por k.o. en el tercer asalto.

--Y después colgó los guantes, ¿no?
--Todavía hice otro combate con Chuck Davey, en Chicago, que perdí a los puntos.

--En esta época peleaba muy a menudo en Chicago. ¿Algo que ver con la mafia?
--Nada que ver.

--¿Cuál ha sido, a su juicio, el mejor boxeador de la historia?
--Sin duda alguna, Ray "Sugar" Robinson.

--En sus primeros combates, ¿cuánto dinero le daban?
--Treinta y cinco o cuarenta dólares.

--¿Y en los últimos?
--Doscientos mil.

--¿Qué piensa del boxeo actual?
--Pienso que la mejor categoría es la de los pesos pesados y que en ella destaca, por encima de todos los demás, Muhammad Alí.

--¿Por qué hay crisis de figuras?
--Porque actualmente hay más escuelas y menos hambre.
Estamos ya en el presente. Rocky Graziano ha sabido mantener encendida la llama de su popularidad. Está casado con una americana, sus dos hijos van a colegios lujosos y la vida le sonríe.

--¿Qué hace ahora?
--Soy actor comercial en una cadena de televisión. Hago anuncios. También participo en espectáculos musicales, como el de Dean Martin y Maurice Griffith.

--Total, que sigue ganando mucho dinero...
--Sí. Y de forma más cómoda. Sin riesgos, ¿comprende?..
Naturalmente que comprendo. Y me alegro por él, como imagino se alegrarán todos aquellos aficionados que en su día le admiraron o le odiaron, porque Rocco Barbella nació sin términos medios. Si es cierto que después de la tempestad viene la calma, su vida comenzó como un vendaval y ha derivado en bonanza, como debe ser.
"Coma usted esta sopa. Está vitaminada y le sentará bien... Se lo dice Rocky Graziano. Palabra de campeón".
Desde la pequeña pantalla, este nuevo Rocky debe hacer un corte de mangas, debería hacerlo por lo menos, a una sociedad que tardó en comprenderlo y aceptarlo. Porque, al fin y al cabo, la vida es una cuestión de entendimiento de los problemas ajenos. Y más cuando se tiene un padre borracho, cuya mayor diversión era ver como se pegaban entre sí sus hijos.

1 comentario:

joshua dijo...

Muy buen resumen de una vida tortuosa pero con buen final