domingo, 19 de octubre de 2008

HOPKINS ACONSEJA A PAVLIK DESPUÉS DE LA LECCIÓN





Bernard Hopkins ha desafiado las probabilidades toda su vida.

El te dirá que cuando estaba cumpliendo una condena en prisión de 4 1/2 años por robo a mano armada, deafió las probabilidades al nunca más regresar a la cárcel
luego de ser dejado en libertad.

Se convirtió en campeón peso mediano y defendió la corona en 20 ocasiones, otro desafió a las probabilidades, especialmente cuando noqueó a Félix Trinidad, a pesar de no ser el favorito, para convertirse en el campeón indiscutido en el 2001.

Una y otra vez las cosas le salieron a Hopkins, que peleó contra el sistema a través de toda su carrera y luego venció las posibilidades otra vez, al saltar 15 libras a la división de peso semipesado en las 175 libras, y venció a Antonio Tarver, en una virtuosa actuación para quedarse también con ese trono en el 2006.

Y ahora, Hopkins, con su legado cementado en el boxeo, lo volvió a hacer. No sólo venció al campeón mediano Kelly Pavlik. Lo demolió en una sorprendente y clara decisión unánime el sábado en el Boardwalk Hall, donde le rompió el corazón a más de 11,332 fanáticos que fueron a apoyar al héroe de Youngstown, Ohio.

Y no se olviden de esta realidad: Pavlik tiene 26 años y está en la cima de su carrera. Hopkins tiene 43.

Se suponía que fuera lo opuesto.

Pero Hopkins, aún el maestro ante el estudiante Pavlik, dominó desde el round 1 hasta el 12 y se estampó a si mismo quizás como el más grande boxeador mayor de 40 años en la historia. O al menos, está en la misma conversación con el semipesado Archie Moore y el ícono pesado George Foreman.


La historia de lo que Hopkins logró, no pasó desapercibido.

Luego de la pelea, pero antes que se anunciaran las tarjetas, Hopkins se paró frente a las cuerdas contra la sección de la prensa y los miró a todos, muchos de los cuales han estado cubriendo sus peleas por muchos años, y les dijo, "estoy cansado de seguir demostrando lo que soy".

Estuvo a punto de llorar, sobreponiéndose a la emoción de lo que había realizado.

"Podría boxear otros 2 o 3 años", dijo Hopkins. "Creo que esta fue mi mejor actuación, mejor que ante Tarver, mejor que contra Trinidad, mejor que contra Oscar (De La Hoya). Estoy extremadamente feliz esta noche. Noventa por ciento de la prensa daba favorito a Pavlik. Siempre aprecié a los críticos. Es lo que me motiva --cuando la gente se pone en mi contra. No es que desee ser asi, pero es lo que es".

Pavlik no tuvo respuestas en el ring y tampoco al final de la pelea.


"No pude arrancar", dijo. "No se por qué. No fue sus esquives. No pude lanzar el jab, un doble jab. No pude hacer lo que estoy acostumbrado a hacer en el ring. Regresaremos al pizarrón. No fui mi mismo esta noche. Estaré más cómodo en las 160 libras".

Por años, Hopkins ha estado entrando al ring con una máscara de verdugo, pero la dejó de lado en los últimos años. Sin embargo, el sábado se la volvió a poner, quizás como señal de que se acercaba una ejecución.

En recientes peleas, Hopkins (49-5-1, 32 KOs) ha comenzado un poco lento. Pero ante Pavlik, comenzó rápido, conectando y lanzando más que Pavlik, (34-26) en el primer round. Y nunca aflojó.

Hopkins lanzó más golpes que Pavlik en nueve de los 12 rounds, conectando más en 10 de ellos. Al final, Hopkins conectó 172 de 530 golpes (32 por ciento), de acuerdo a CompuBox. Pavlik sólo pudo aterrizar 108 de 463 (23 por ciento).


Fue una actuación extraordinaria para el veterano, que ganó en las tarjetas, 119-106, 118-108 y 117-109. ESPN.com tenía a Hopkins, 119-107.


"El es un gran peleador, pero yo sabía que mi estilo y mi rápidez no eran respetadas como deberían ser y le iban a dar problemas", dijo Hopkins. "Quería que él tuviera la iniciativa, para yo hacer lo que más me gusta, contragolpear. El continuaba viniéndose encima, lo que era una ventaja para mi. Tenía las manos muy pesadas. Pude sentir sus golpes, pero nunca me lastimó".

Round tras round, Hopkins castigó a Pavlik, cuyo título mediano no estaba en juego, ya que se enfrentaron en las 170 libras tras un acuerdo, cinco por debajo del límite para el peso semipesado.
Hopkins conectó combinaciones, le dejó un moretón a Pavlik debajo del ojo derecho y contestó cada vez que Pavlik intentó algún tipo de ofensiva.
Previo al octavo round, cuando era ya claro que Pavlik, (34-1, 30 KOs) virualmente no tenía oportunidad de ganar, su mánager, Cameron Dunkin, sentado al final de una de las filas de prensa, reconoció que Pavlik no tenía resto.
Luego de que el referí Benjy Esteves le quitara un punto a ambos, Pavlik por golpear en la nuca a Hopkins en el octavo y Hopkins por agarrar en el noveno, el Verdugo cerró el show tan fuerte como había comenzado.
En el 12º, tambaleó a Pavlik con un estupendo derechazo y lo tuvo a punto de caer. Hasta la campana final, Hopkins lanzó duros golpes, tratando de detener a su oponente.
"Lo quería noquear porque estuve tomándolo con calma (en otras peleas) debido a mi edad", dijo. "Quería acelerar un poco, y realmente quise detenerlo. Definitivamente fui por el nocaut, pero él es muy duro de bajar", dijo.
"Quiero que quién sea mi próximo rival, sepa que voy a ir por le nocaut. Eso es lo que traté de hacer esta noche".
Hopkins, que al igual que Pavlik se llevará una bolsa de al menos $3 millones, tiene deseos de enfrentar a su némesis Roy Jones, que lo venció en una pelea por la corona mediana en 1993.
"Le pelearía a Roy en un instante. Inclusive iría a Inglaterra para pelear ante Calzaghe si vence a Roy (el 8 de noviembre)", dijo Hopkins, que perdió una decisión ante Calzaghe en abril. "Pero, ¿no sería monumental una pelea con Roy?".
A pesar de que Hopkins estaba pensando en Jones, también sabía lo que estaba sufriendo Pavlik.


Al finalizar la pelea, fue a hablar con él.
"No dejes que esta pelea te destruya", le dijo Hopkins. "Eres un gran campeón mediano. Tienes un gran corazón. Mantén la cabeza en alto. Sigue peleando. Pero tienes que aprender una cosa más. Tienes que aprender ese esquive que los boxeadores afro-americanos tienen y luego te convertirás realmente en un buen campeón. No quiero que abandondes. Si tengo que ir a tu casa y llevarte al gimnasio, lo haré".
Fue un clásico Hopkins, el maestro, aún enseñando a su pupilo luego de la pelea.

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