domingo, 13 de julio de 2008

WLADIMIR KLITSCHKO, EL TUERTO EN EL PAÍS DE LOS CIEGOS





Lo presenciado esta noche de sábado en un atestado Palacio de los Deportes de Hamburgo, en el combate estelar entre Wladimir Klitschko y Tony Thompson ha vuelto a poner de manifiesto, de un lado, el paupérrimo estado en que se encuentra la división del peso pesado, estandarte del boxeo en todas las épocas, y de otro, lo decrépito del boxeo americano en este peso, ya que Thompson no demostró ser un digno heredero de auténticas fieras en el ring, en unos casos por su boxeo científico y en otros, por su pugilismo de poder, como los míticos Joe Louis, Muhammad Ali, Joe Frazier, George Foreman o Mike Tyson. No hay más cera que la que arde.
Y arde la cera de los boxeadores del Este de Europa, nada vistosos ni espectaculares, ni siquiera mediáticos, pero sencillamente superiores, ante las medianías que llegan del otro lado del Atlántico. El único susto que se llevó el menor de los Klitschko fue verse el corte provocado por un cabezazo accidental, en su ceja derecha, durante el segundo asalto.
El resto de la pelea, por llamarla de alguna manera, una broma macabra del antiguo peso completo. El penúltimo asalto, con un Thompson que no había mostrado la más mínima ambición de noquear a su contrario, fue definitivo: primero, el ucraniano tiró involuntariamente al estadounidense, de una manera tan ridícula como el combate, y después, lo noqueó, como mandan los cánones, con un soberbio crochet de derecha. En fin, que el “Tigre” tenía las zarpas cortadas, gimoteando incluso tras la pelea, y que cualquier tiempo pasado, al menos en el peso pesado, fue mejor.

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