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"I'm the greatest! I shook up the world! ("¡Soy el más grande! ¡He conmocionado al
mundo!"). Un enloquecido Cassius Clay no deja de repetir las mismas
frases. Se acaba de proclamar campeón del mundo de los pesos pesados. Sonny
Liston se ha quedado sentado en su rincón y no sale a disputar el séptimo
asalto. El bebé ha ganado a la bestia. De esa escena, el 25 de febrero de 1964,
en Miami, hace hoy exactamente 50 años. Fue el último combate de Cassius Clay
antes de convertirse en Muhammad Alí. Fue el día en el que nació la leyenda.
La persona nació el 17 de enero
de 1942, en Louisville, Cassius fue el hermano mayor de una familia negra de
clase media de Kentucky. Su primer encuentro con el boxeo se produjo a los 12
años. Le acababan de robar la bici y se dirigió al policía Joe Martin, quien
también estaba a cargo del gimnasio, para recuperarla. Quería darle una paliza
al ladrón. Y Martin le dio su primera clase de boxeo. Su carrera como amateur
le llevó a lo más alto y le permitió conseguir su primer gran triunfo. La
medalla de oro de los semipesados en los JJOO de Roma 1960.
Fue entonces cuando cayó en las
manos del entrenador Angelo Dundee, quien le llevó en su paso al boxeo
profesional. Se mudó a Miami y comenzó a entrenarse en el famoso gimnasio de la
calle 5, donde se preparaban los campeones. En sus primeros 19 combates, entre
octubre de 1960 y junio de 1963, consiguió 19 victorias consecutivas. Para
entonces, Clay ya era toda una perla mediática. Era un showman. Los periodistas
acudían al gimnasio y se llevaban un buen puñado de rimas y fanfarronadas más
típicas del wrestling que del boxeo. La culpa la tiene Gorgeous Goerge, un
luchador de pressing-catch de la época, del que Clay copió su personaje. Y
surgió como 'Cassius Clay, The Greatest'.
A pesar de haber vencido a
Archie Moore, los especialistas seguían sin ver a Clay como un gran boxeador.
Menos aún cuando Henry Cooper le tumbó y demostró que tenía una barbilla de
cristal. Cooper perdió aquel combate, pero para los expertos, aquella imagen y
sus extravagancias sirvieron para que no se tomaran a Cassius en serio para el
título mundial. Y menos teniendo en cuenta quién era el campeón.
Liston, una bestia invencible
Sonny Liston era un ex
presidiario que había aprendido a boxear en la cárcel. Un matón que destrozaba
a todo el que se subiera al ring con él. Era la pesadilla en el imaginario de
la sociedad blanca norteamericana de principios de los años 60. Destrozó dos
veces seguidas en el primer asalto al campeonísimo Floyd Patterson. Cuando Clay
se convirtió en contendiente al título, los expertos lo tenían claro: no iba a
durar ni dos asaltos. Liston lo iba a matar. Entre los periodistas que
admiraban a Cassius había una preocupación, que no quedase muy malparado ni con
secuelas de por vida.
Pero el chico de Louisville
tenía un plan. Calentó el combate, volvió loco a Liston, le buscaba en sus
campos de entrenamiento, le insultaba, decía que iba "a cazar a ese oso
grande, feo y tonto". "Es demasiado feo para ser campeón del mundo.
El campeón debería ser guapo, como yo", repetía Clay una y otra vez ante
los medios. El campeón no entendía nada. Aquel muchacho al que iba a destrozar
no le trataba con respeto. Le ganó psicológicamente, le humilló. Utilizó sus
armas de 'showman' para desacreditar a Liston y desequilibrarle.
Y el día del pesaje, el miedo
cambió de equipo. Clay montó un espectáculo, se puso a gritar sus rimas con su
séquito, parecía que estaba loco. Y eso asustó a Liston. El matón de la cárcel
sabe lo peligroso que es un loco en el patio de la prisión. Los médicos
examinaron a Cassius y estuvieron a punto de anular el combate. Sus pulsaciones
eran exageradamente altas. Creían que estaba aterrorizado. Y seguramente lo
estaría, pero había conseguido su objetivo, llenar de dudas al campeón.
Por fin, el 25 de febrero, Miami
se engalanó para el combate más esperado. Y eso que estuvo a punto de no
celebrarse. Por aquel entonces ya eran públicas las relaciones entre Cassius
Clay y Malcolm X, uno de los ministros más destacados de la Nación del Islam,
un grupo de musulmanes negros que declaraban la supremacía de la raza negra en
plena América segregacionista. Los promotores temieron que nadie acudiera a la
pelea si se sabía que el aspirante tenía esas amistades.
Voló como una mariposa y picó
como una abeja
Pero el combate por el título se
celebró. Y la primera sorpresa apareció antes de que sonase la campana del
primer asalto. Clay era más alto que Liston. Vistos juntos, Liston no parecía
tan inabarcable. Y la sensación se convirtió en realidad en los primeros
minutos. Clay bailaba, era demasiado rápido para el campeón. Y su larga mano
izquierda alcanzaba una y otra vez la cara de Liston con su jab. Y de repente
le alcanzó con una buena derecha. Clay sabía boxear y dominaba a Liston. Nadie,
excepto Angelo Dundee, se lo podía creer. Y la dinámica siguió en el segundo
asalto. Cassius hacía gala de su juego de pies y su rapidez mientras Liston
fallaba golpes y se cansaba.
En el tercero, Clay le vuelve a
alcanzar y le provoca un corte en el pómulo. Es entonces cuando desde la
esquina del campeón intentan jugar sucio. Le curan la herida a Liston con una
sustancia cáustica, prohibida en el boxeo. En el cuarto asalto, Liston no deja
de restregarse contra la cara de Clay, hasta que consigue que una pequeña
partícula del linimento entre en sus ojos. Y lo consigue. El aspirante está
ciego, no deja de parpadear y de tamblaearse durante el quinto asalto.
Pero no se retiró, ni se rindió.
Se recuperó y volvió a plantar cara. Y eso desanimó del todo a un Liston
agotado física y mentalmente. En el sexto asalto dejó de sacar las manos y Clay
le alcanzaba con facilidad. Le había plantado cara al matón y este ya no era
tan valiente. En el descanso entre el sexto y el séptimo asalto, Liston dijo
que no se iba a levantar, no quería continuar. Clay es el primero en darse
cuenta. Está de pie, esperando que Liston se levante de su taburete para seguir
con la pelea, pero sabe que no lo va a hacer. De repente levanta los brazos y
se pone a corretear por todo el ring. Ha ganado. Es el nuevo campeón mundial de
los pesos pesados.
Se va corriendo al rincón donde
los periodistas habían pronosticado su caída en dos asaltos. "Os lo dije,
se lo dije al mundo, comeos vuestras palabras, ¡soy el rey del mundo!",
gritaba el campeón. En aquel instante comenzó la leyenda de Muhammad Ali. De
haber perdido, el poder establecido nunca le hubiera dejado pelear de nuevo por
el título. Su activismo racial le hubiera condenado al ostracismo. Y más aún
cuando al día siguiente convocó una rueda de prensa para anunciar su cambio de
nombre, Cassius X, un nombre de transición hasta que Elijah Muhammad, líder de
la Nación del Islam, le 'regaló' el de Muhammad Ali. Para entonces Malcolm X ya
estaba enfrentado con su anterior organización. Se sintió muy dolido cuando Ali
le dio la espalda. Fue asesinado en febrero de 1965, poco antes del combate de
revancha entre Ali y Liston.
La revancha y el fin de Liston
Se celebró en Maine ante poco
más de 2000 espectadores, la cifra más baja de la historia en un combate por el
título de los pesados. Ali tardó dos minutos en noquear a Liston con un
puñetazo inapreciable a primera vista. El mundo rugió denunciando un tongo. La
famosa instantánea de Ali de pie en el ring gritando a un Liston tumbado en la
lona es de este segundo combate. Sonny Liston es la cara amarga de la historia.
Fue abandonado a su suerte por la mafia, cayó en las drogas y murió en 1970.
Mike Tyson visitó su tumba y se arrodilló ante ella. En su epitafio, una
sencilla frase: "Un hombre".
Muhammad Ali nació aquel día, con
todo lo que ello implica. Después llegaría la renuncia a Vietnam, la retirada
del título, la vuelta, el Thrilla in Manila, los combates contra Joe Frazier...
Pero todo aquello no hubiera sido posible sin la victoria ante Liston en Miami.
Allí nació la leyenda del Ali boxeador, pero también del Ali como uno de los
personajes más influyentes de la historia. El más grande.