miércoles, 27 de febrero de 2008

MUNDINE SIGUE COMO CAMPEÓN


El pugilista aborigen australiano Anthony Mundine mantuvo la corona del peso supermedio de la Asociación Mundial de Boxeo, al derrotar a su compatriota Nader Hamdan por decisión unánime en combate celebrado hoy en el Centro de Entretenimiento de esta ciudad.
Después de doce asaltos, con Mundine casi siempre con el control de la pelea, las tarjetas de los jurados dieron ganador al campeón por 120-108, 117-111 y 119-109.
Hamdan demostró por qué le llaman "Corazón de león" ya que peleó con gran coraje pero sin provocar riesgo alguno a su rival y también amigo fuera de los cuadriláteros.
Mundine posee ahora un récord de 31 victorias y tres derrotas, mientras que Hamdan ha ganado 40 de sus últimas 45 peleas.
El ganador aspira ahora a enfrentarse a pugilistas de mayor categoría, entre los que se encuentran el actual campeón mediano, el estadounidense Kelly Pavlik, y su compatriota Jermain Taylor, quienes están considerando pasar a la división de súper mediano.
Otra posibilidad es una revancha contra el danés Mikkel Kessler, el ultimo boxeador que venció a Mundine.

¿Fue el Boxeo de ayer, mejor que el de hoy? Por Chon Romero.



COMO EN TODOS LOS DEPORTES, CON LA SUCESIÓN DE LOS AÑOS, LA PASIÓN POR EL BOXEO, ES MENOS DURADERA EN SUS PARTICIPANTES
Siempre he dicho, que el boxeador, es el profesional, que más rápido pierde la pasión por su oficio, por arduo, exigencia de rígida disciplina y sacrificios de placeres libres de juventud. En contradicción de ayer y hoy, los pugilistas actuales logran de promedio generalizado 50 combates de profesional y activa longevidad deportiva hasta los 36 años. Los de ayer promediaron 75 combates como mínimo con 40 años de vigencia efectiva profesional
Para sobresalir en todas las profesiones, siempre se ha necesitado el instinto innato y vocación en el individuo. Lograr las profesiones sin esos requerimientos congénitos, para algunos le resulta muy bien y para la gran mayoría los recluta a ser profesional común en todos los oficios.
Basándonos al oficio que en especial nos referimos, el pugilismo, está más que comprobado, que la gran mayoría de los boxeadores de la década de los noventa hasta el presente, entran al concurso por la obtención de una profesión más accesible y un resuelve económico que rinda ya, lejos, de tener vocación para el deporte del boxeo.
De igual manera, sucedió desde los inicios del boxeo hace más de 200 años, pero con más determinación de sus participantes, más actividad, que significó dos combates mensuales, y para algunos muy solicitados, hasta semanal, en la famosa "Época de Oro del Pugilismo", que abarcó las décadas de los cuarenta hasta inicios de los años de 1960 y que tuvo como sede al territorio estadounidense.
La diferencia que estriba entre los gladiadores del boxeo de aquellos años y los de hoy, es vuestra investigación, para encontrar que diferenció al boxeo, de esos años exuberantes, al que disfrutamos desde la década de 1990 hasta hoy.
Es cierto, hay distancia y diferencias marcadas innegables. El que vivió aquellos años, o lo recopiló por informaciones, videos y los disfrutó como yo, con todos los recuerdos que nos dejó aquella época, encontramos en el recorrido de la historia diferencias que dan origen a la investigación y sobre todo, el por qué de la diferencia profesional de pugilista y monarcas de hoy y ayer.
Como ejemplo inicial, no podemos negar la ausencia de valores en casi todas las diecisiete divisiones del boxeo organizado, con la salvedad en la actualidad de algunos monarcas que hacen llevadero el pugilismo, pero sin la amenaza de oponentes de calidad y respeto deportivo como en aquellos tiempos.
La categoría de los pesos pesados es la peor de todas. No logramos liderazgo sólido desde 1993 al surgir de monarca el británico Lennox Lewis, que si bien, su estilo poco agradó, fue convincente con su dominio. Anteriormente, tuvimos a Riddy Bowe, Mike Tyson y aunque Evander Holyfield, se coronó monarca de todos los pesos en 1990, venía gobernando el boxeo por lo más alto desde 1986, cuando se hizo líder mundial de la división de los pesos cruceros y donde sigue siendo el nombre de más relevancia.
Los hermanos Vitali y Wladimir Klitschko, son dos boxeadores estudiados con doctorado en ciencias políticas y master en educación física respectivamente. Sus incursiones al pugilismo, se derivó de la desintegración de su patria, Rusia, y su radicación en Alemania.
Aprovechando el auge del boxeo profesional en Alemania, compararon su crecimiento y desarrollo con los demás concursantes y determinaron, que había negocio.
Ahora, con todo y su gigante figura para ser monarca de todos los pesos, ninguno de los dos, cuentan, ni contaron, con instinto y vocación para la profesión. De ahí, se resume, que más se encuentran lesionados, que aptos para combatir y es además, el resultado de su rendimiento profesional, que se juzga de regular en estos días, aún teniendo los dos buen registro de profesional, sin tener, ni dejar remembranzas en el boxeo organizado cuando decidan retiro.
Los hermanos Klitschko, tienen tamaño y extensión de brazos, que es ventaja significante para cuando se saben aplicar con pericia. Lo que no tienen y no han podido aprender los famosos Klitschko, -que repito- no dejarán rastros, ni para los aficionados, ni para el boxeo, y tristemente por su poco dominio pugilístico, tendremos que reciclarlos entre los regulares, aún cobrando pálidos y logros pasajeros.
LA DIFERENCIA DE LOS BOXEADORES DE LOS AÑOS DE 1940 A 1960 CON LOS DE LAS DÉCADAS DEL SETENTA Y OCHENTA
Dos épocas exuberantes del boxeo profesional, sin lugar a porfiarlo. A la primera, de los años de 1940 a 1960, es a la que se le debe la revolución del pugilismo a nivel universal. No solamente por la calidad de monarcas, también retadores y boxeadores comunes, que por crecer y desarrollarse, en era que exigió competencia de primer orden ; el afán por destacarse y el pundonor deportivo, constituyó la cruzada de guantes, de más significación a lo extenso de siglos.
La estadía en los tinglados, después de los 35 años, de cualquier púgil, se reduce a necesidad económica. Sin embargo, en aquellos años de 1940 a 1960 tuvo enorme excepciones, basado en el estiramiento de liderazgo y de dominio profesional de nombres que no dejan de ser próceres del pugilismo a nivel continental.
Willie Pep el ídolo de Connecticut, discutió 242 inquinas a lo extenso de su trayecto de profesional y se retiró a los 43 años, 5 meses y 27 días.
"Sugar" Ray Robinson, el boxeador más grande de todos los tiempos y con resolución que concuerdan los más grandes críticos de ésta disciplina a nivel mundial, se retiró a la edad de 44 años, 7 meses y 7 días de nacido, después de celebrar 200 combates profesionales, ser monarca impoluto por cuatro años de los pesos wélter y cinco veces sostenedor de la división de los pesos medianos en temporada que no vuelve.
El famoso monarca de todos los pesos, Joe Louis, quien expuso su cetro 27 veces, más que cualquier otro boxeador, en singular categoría y en un solo periodo de monarca, en la historia del pugilismo, se retiró a los 37 años de edad, 5 meses y 13 días de nacido.
Henry Armstrong, en su trayecto de profesional realizó 174 refriegas y se acogió al retiro a la edad de 32 años, 2 meses y 2 días. Como bien sabemos, fue el único boxeador en la historia del pugilismo que lideró de monarca tres divisiones simultáneamente aprovechando los reglamentos de boxeo de aquella época.
Archie Moore, el despachador por nocaut más grande de la historia del pugilismo con 142 en 231 pendencia celebradas, se olvidó del boxeo activo a los 46 años de edad.
Manuel Ortiz, gigante campeón de peso gallo, con 20 exposiciones en dos periodos de monarca, casi no lo conocen, ni se menciona en la historia del pugilismo. Celebró 128 combates profesionales y se retiró al cumplir 39 años, 5 meses y 8 días de haber arribado a este mundo.
Ezzard Charles, el ex monarca de todos los pesos vencedor de Jersey Joe Walcott y Joe Louis, celebró 122 contiendas profesionales y colgó definitivamente los guantes a la edad de 38 años, 1 mes y 4 días.
El ex monarca de los pesos mediano Carl "Bobo" Olson, celebró 110 pendencia de profesional y se despidió del pugilismo a la edad de 38 años, 4 meses y 11 días.
Gerardo González, mejor conocido por "Kid Gavilán", disputó 143 inquinas de profesional y se ausentó del pugilismo a la edad de 32 años, 5 meses y 12 días de nacido.
Joe Giardello disputó 133 combates de profesional, y decidió despedirse del deporte que amó al cumplir 37 años de edad, 3 meses y 20 días de haber llegado a este mundo.
El argentino Pascual Pérez, celebró 91 contiendas profesionales, en era de competencia brava en la categoría de los pesos mosca. Se retiró a la edad de 39 años, 5 meses y 8 días.
BOXEADORES DESTACADOS DE LAS DÉCADAS DE LOS SETENTA Y OCHENTA
Como es lógico, no vamos a mencionar a todos, sólo a los más calificados, como lo hicimos con los púgiles pertenecientes a los años comprendidos de 1940-1960, para hacer más comprensible la comparación.
El cubano Luis Manuel Rodríguez, extendió sus días de boxeador profesional con 121 combate y anunció retiro de los cuadriláteros a la edad de 34 años, 9 meses y 25 días.
El inolvidable Carlos Monzón, disputó 100 combates profesionales y se retiró siendo monarca a la edad de 34 años, 11 meses y 23 días.
Emilie Griffith, subió a los entarimados a contender 112 veces y se despidió de afición a los 39 años de edad, 5 meses y 27 días.
El cubano-mexicano, José "Mantequilla" Nápoles, abordó el tinglado 85 veces y decidió abandonar el pugilismo que inició en su querida Cuba a los 35 años de edad, 7 meses y 23 días.
El nicaragüense Alexis Arguello, riñó 90 veces en su recorrido profesional y decidió ausentarse de los cuadriláteros a los 42 años de edad, 9 meses y 2 días.
El también inolvidable "Pelón" Marvin Hagler, se batió 67 veces en su recorrido profesional y decidió colgar los guantes a los 32 años de edad, 10 meses y 13 días.
Thomas Hearns, celebró 67 combates profesionales y se retiró del pugilismo a la edad de 47 años, 3 meses y 16 días.
El mexicano Rubén Olivares, hizo palmarés de 104 refriegas profesionales y determinó colgar los guantes para siempre a los 41 años de edad, 1 mes y 28 días.
"Sugar" Ray Leonard, celebró en su corto recorrido sólo 40 combates con contendientes muy especiales y arduos, y se retiró a los 40 años de edad, 9 meses y 14 días.
Julio César Chávez, tiene registro de 115 riñas a lo extenso de sus días en los entarimados de cuerdas y se retiró a la edad de 43 años, 2 meses y 5 días.
Roberto "Mano de Piedra" Durán, sumó 119 combates de profesional con varios retiros efímeros y el final lo determinó a los 50 años de edad, con 28 días.
NO HAY DUDAS, DESPUÉS DE VEITE AÑOS DE ÓPTIMO BOXEO, LOS MONARCAS DE LA DÉCADA DEL SETENTA Y OCHENTA, VOLVIERON A ENCENDER E ILUSTRAR LOS CUADRILÁTEROS
¿Qué deducimos, de la comparación de dos grandes épocas del pugilismo, a nivel universal? La primera que es considerada la "Época de Oro del Pugilismo", la actividad fue más constante con carteles semanales, que atrajeron público y desarrollaron habilidades, como pocas veces se ha visto en el pugilismo, debido, al espíritu de surgir entre tantos aplicados y la poca tecnología televisiva de aquellos tiempos.
Como también, a los entretenimientos que sacudían el alma de los aficionados y a la vez, por la competencia nivelada y la abundante calidad de boxeadores, que fue su éxito para descollar entre tantas epopeyas pugilísticas, después de 200 años de existencia.
Otra cualidad, que destacó a los púgiles de los años de 1940 a 1960, fue su instinto y vocación para boxear que se refleja en sus registros de profesional sin pocos intervalos de retiros efímeros, que deduce de lo que fue su pasión por el boxeo.
La poca paga de aquellos tiempos, algo tuvo que ver también, con el estado físico, dedicación profesional y longevidad deportiva de los pugilista de aquellos años. Es muy claro, que para sostenerse con paga que se reducían a sueldo para subsistir, tenían que conservarse idóneos para combatir, hasta donde lo estirara su propia constitución humana.
La progenie o estirpe de pugilista, hizo diferencia de la nombrada "Época de Oro del Boxeo", con los demás tiempos de auges que hemos obtenidos en ésta disciplina deportiva, sin dejar de reconocer, que los monarcas de los décadas de los setenta y ochenta, dejaron su legado en otros días inolvidables, de las acciones en los cuadriláteros.
EN LO QUE SÍ, SE HA DISTANCIADO LA COMPARACIÓN, ES EN LOS PÚGILES DE LA DÉCADAS DE LOS SETENTA Y OCHENTA, CON LOS DE LOS NOVENTA Y LOS OCHO AÑOS QUE CURSAMOS DEL NUEVO MILENIO
Si hacemos comparación objetiva, de las dos temporadas que abarcaron veinte años cada una, con lo que resta del pugilismo desde la década de los noventa hasta vuestros días, el boxeo ha decaído con exagerada precipitación, que nadie tiene alegatos para porfiar.
Tenemos como en todas las épocas, algunos boxeadores sobresalientes, pero sin retadores aptos, para explotar su liderazgo, desarrollar sus habilidades y ofrecer espectáculos. En las dos eras pingüe, que les acabo de mencionar y comparar, a la primera la hizo más rica esa cualidad de recia competencia de retadores en todas las categorías y es lo más que se precisa, para nuevo auge del pugilismo en la actualidad.
Como consecuencia a lo de arriba afirmado, los monarcas de hoy, tienen como modismo, exponer una o dos veces sus diademas por año, que se debe más a oponentes idóneos, que a voluntad. Lo que más acaba a cualquier pugilista, es la preparación para un combate, e inclusive, más que la misma contienda y al tener solamente dos combates anuales, no solamente le hace daño a sus remuneraciones, también, a conservar la pasión por la profesión, que cuando se pierde, todo se derrumba.
Para complementar lo expuesto, les voy a mencionar a boxeadores, que a pesar de veteranos, conservan la pasión por el pugilismo y no por economía, es la entrega y pundonor por su profesión, es lo que afloran en cada presentación y son ellos:
Bernard Hopkins, Glencoffe Johnson, Roy Jones, Floyd Mayweather júnior, Joe Calzaghe, James Tony, Shane Mosley, Antonio Margarito, Manny Pacquiao, Juan Manuel Márquez, Jorge Arce, Iván Calderón, Miguel Cotto y algunos que se me escapan de la mente en el presente.
Ahora, no olvidemos de muchos que han perdido la pasión por el boxeo y entre tantos, les puedo mencionar al panameño Roberto " La Araña" Vásquez, como caso reciente, que después de conquistar el monarcado de los pesos mosca júnior y al perderlo se desconcentró y dudo que lo hagan reaccionar favorablemente.
Eso les pasa a muchos boxeadores y uno de ellos, fue Ismael Laguna, también vuestro compatriota. Se debe a que sus intereses es alcanzar lo más preciado del pugilismo y después de la fama, el desmayo por la profesión. Es el resultado de ser eficiente cuando el espíritu del pugilismo está vivo y lo contrario cuando se ejerce con el desapasionado.
Ismael Laguna, uno de los maestros estilistas de la década de los sesenta y setenta, se coronó monarca de los pesos ligeros por segunda vez, cinco años después de haberlo comandado, pero no demostró pasión por el pugilismo en la reconquista, más bien comprobó, tener facultades de extraordinario exponente, que es muy distinto a lo que afirmamos.
Caso igual, es la victoria de "Sugar" Ray Leonard, sobre Marvin Hagler, después de retiro de cinco años. Tampoco, se juzgó de pasión por el pugilismo, porque ya la había perdido. Su triunfo se debió a su prontitud de extremidades, obteniendo dos golpes por uno contra Hagler. La presteza es veneno para cualquiera en los cuadriláteros y Ray Leonard la poseyó y además, fue valiente.
El puertorriqueño, Félix "Tito" Trinidad, regresó por aumentar o reponer su arca. Su inclinación a la pasión por el pugilismo la disimula muy bien, pero también la perdió. Cuando se está apasionado por la profesión se analiza y se aplica con m é todos, especialmente de regresar de inactividad de casi tres años.
Exigir Trinidad, contendientes para cobrar como si estuviera activo, es denunciar que el retorno se hace por dinero, sin importarle ganar o perder. Eso de que ahora quiere a Kelly Pavlik, solo son gritos de desesperación por la remuneración y no la intención de volver a encaminarse por lo que fue: un excelente pugilista, que de desearlo, programara retorno de preparación física con boxeadores de segunda clase, capacidad técnica y sobre todo, tiempo preparatorio para llegar a combatir con los exigentes.
El nicaragüense Ricardo Mayorga, también hace tiempo perdió la pasión por el boxeo, transformándola solamente en negocio. Sabe venderse con vocabulario especial y aplicando hábitos del hombre común y no deportista. Nadie discute que el pugilismo, además de deporte, es un negocio. Ahora, cuando usted pierde la esencia del deporte que ejerce, los negocios no le resultan iguales, como cuando lo hizo aplicando las dos cualidades: pasi ó n deportiva y negocio.
Oscar de la Hoya, lo he dejado para terminar la nota, porque su concurso en el boxeo para la gran mayoría de los aficionados dejó de ser leal-, según ellos-, porque a la vez es suscitado. Pues, déjeme decirle, sigue siendo púgil con la pasión por el pugilismo. Es el oponente más digno para Floyd Mayweather a quién consideramos el mejor exponente del pugilismo en la actualidad, por el desarrollo de su pasado pleito boxístico.
Sus exitosos y productivos espectáculos boxísticos, no le han borrado la esencia de combatir y aunque la mayoría de los aficionados no lo aceptan, sigue enamorado de su esposa Millie Corretjer y del boxeo.
Con más de $150 millones en efectivo, negocios productivos, joven y saludable, nada más loable para ésta disciplina de los guantes, que notarse, la preocupación de Oscar de la Hoya, no solo de promotor, si no también, como boxeador activo, de mantener nivel pugilístico y contiendas de ansiedades, conservándose competente y activo, para seguir ofreciéndonos, los mejores espectáculos boxísticos de la actualidad, como promotor y protagonista.
La pasión por el boxeo, ha sido determinante para seleccionar a los mejores púgiles de la historia del boxeo. Muchos la han perdido en la primera división que disputaron después de varias. La continuidad sin intervalos de falsos retiros, es lo más apropiado, para identificar lo apasionado que es o fue el pugilista con su oficio, que es el boxeo. Y además, los más notables del pugilismo se acogieron al retiro, sin larga extensión de riesgos profesional.

EL BOXEO MALAGUEÑO, UNA FAMILIA CON CORAZÓN




Hace unas horas he visitado, por primera vez en mi vida, un Gimnasio de Boxeo. Vélez-Málaga hace tiempo que dejó de ser centro neurálgico de este deporte, prácticamente desde la retirada de Bernardo Fernández Lozano, y de éste deporte, en mi ciudad, nunca más se supo. He estado en el Gimnasio Málaga Club, “Escuela de Competidores”, sede de la Delegación Malagueña de la Federación Andaluza. He visto un magnífico ambiente. De los sesenta boxeadores inscritos, a las horas que llego, hay más de treinta pugilistas, de todas las edades. Algunos, como simple actividad física, otros, intentando labrarse un porvenir. El presidente, Eduardo Torres Hiruela, me recibe, junto a mi compañero operador de cámara, Florencio, con amabilidad, y contándome los problemas de todos los empresarios y padres de familia. Que eso es él, el padre de la familia del boxeo malagueño. Me cuenta, entre líos de facturas y papeles con su currículo, que en Málaga, estamos de regular para bien, que sólo nos tosen en nuestra región, los sevillanos, y que los almerienses, otrora inabordables, pasan por un mal momento. Me habla de lo que costaría montar una velada en Vélez-Málaga o Torre del Mar, y hablamos de unos 3.000 euros, si es amateur, y del doble, si aparece algún combate profesional. Las bromas se suceden entre Eduardo y Edwin Murillo, cuando éste aparece, con su notable presencia de ex campeón de tronío. Edwin me habla de su club de “La Mamba Negra” en Mijas, y del apoyo del consistorio mijeño. Presume de su país, Panamá, que con apenas la población de Madrid, cuenta con 25 campeones mundiales en toda sus historia. Dice que el boxeo español está mal. Me recuerda anécdotas de su carrera profesional, en la que llegó a ser campeón intercontinental del peso welter, y de los jóvenes valores a los que prepara, entre los que me destaca al joven de 19 años, Luca Gicacon. Cundo entrevisto a este imberbe de sólo 19 años, belga de padre italiano y madre de Ruanda, me doy cuenta que estoy ante un chico con la cabeza bien amueblada, disciplinado, educado, sin el engreimiento al que estoy acostumbrado a ver en los futbolistas y practicantes de otros deportes, que se saben en el foco mediático de continuo. Luca me habla de las tres peleas que lleva, de su debut en Panamá, donde Edwin le presentó al grande entre los grandes, Roberto “Mano de Piedra” Durán. Me confiesa su admiración por él, pero que, personalmente, le gustan más los boxeadores técnicos o científicos, como Ray Sugar Leonard, Pernel Withaker o Floyd Mayweather, gustos que comparto. Me habla de que los golpes de los contrarios no dan “vitaminas” y que hay que evitarlos, en lo que se pueda. Reconoce que ni su novia ni sus amigos comprenden que llegue el fin de semana y esté molido y sin ganas de salir de copas. Admira a Juan Díaz, el campeón mundial unificado de su peso, y conoce de sus estudios en la Universidad de Houston. Por eso, Luca tampoco quiere dejar de estudiar, de aprender. Buen chaval y magnífico campeón en el futuro. Me encuentro con Ben Salah, un marroquí, malagueño desde hace 37 años, curtido en mil batallas, que me coge un dedo para que le apriete la tripa y casi me lo disloca. En sus tiempos, por no ser español, o ganaba por nocaut, o le daban perdedor en sus peleas. Me cuenta la anécdota de que cuenta con cinco sobrinos, todos policías nacionales, él, que en su día, se las vio y las deseó para obtener la nacionalidad española. Otro marroquí, Amin, de 19 años, y un solo combate amateur, me dice que sí, que el futuro del boxeo español está en los inmigrantes. Y todos, sin excepción, me cuentan que nadie les apoya y que a ver si cunde el ejemplo en otras televisiones. Todos quieren saber cuando emito el reportaje, incluido un chaval del que hemos grabado dos asaltos trepidantes, y está contento sólo del segundo. Me voy, entre abrazos y saludos, y reflexiono en que el boxeo es, de verdad, una gran familia, pequeñita, pero repleta de gente buena, con corazón y ganas de comerse el mundo. Y sin engreimientos. Que cunda el ejemplo.